jueves, 22 de noviembre de 2012

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Sinopsis Tortugas Ninjas: 

Una ola de atracos está arrasando las calles de Nueva York. Mientras realiza un reportaje la periodista April O´Neal es atacada por unos maleantes pero un extraño personaje la salvara. Se trata de una tortuga gigante de aspecto humanoide que vive en las alcantarillas con sus hermanos y una rata mutante llamada Splinter. Shredder, líder de las bandas que asolan la ciudad quiere acabar con ellos a toda costa; pues un oscuro secreto del pasado los une a todos. 



La siguiente critica es dada gracias a http://cineultramundo.blogspot.com

Crítica Equipo Ultramundo: Paperman

Estrenada con gran éxito de público internacional en el año 90, esta primera aproximación cinematográfica al universo creado por Kevin Eastman y Peter Laird dentro del comic underground del mismo título, es francamente positiva y sorprendente. Lo primero que llama la atención es su enfoque. El apostar por un tono serio, oscuro, bastante violento, combinándolo con dosis de humor efectivas. Con elementos místicos o mágicos que sin embargo están ambientados en un mundo bastante realista. Mas parecido al nuestro de lo que nos gustaría. El retrato de los jóvenes sin trabajo ni futuro que se reúnen en edificios abandonados, apadrinados por Shredder y sus hombres es claramente desalentador. Propio de cualquier película del llamado “Cine social”. La incomprensión entre padres e hijos. La sensación de sentirse excluido por la sociedad, de no encajar. Son temas sobre los que pivota el filme y que lo alejan de cualquier subproducto descerebrado de serie z como en su momento se le quiso tachar.  

Un elemento fundamental para que la historia conserve el interés es el personaje de April O´Neal, interpretado por la guapa y divertida Judith Hoag. Es ella la que nos sirve de guía en la mayor parte de la historia, aunque no vemos siempre a través de sus ojos. April está tan sólidamente atada a la trama principal como a las secundarias. Llegando incluso a ser protagonista de varias de ellas. Lo que resulta cuanto menos curioso, teniendo en cuenta que aquella era una época dominada por héroes musculosos y un tanto cuadriculados. Dejando los papeles femeninos en su mayor parte como interés romántico del protagonista o enemigo. Otro aspecto inusual es por supuesto el protagonismo compartido de las cuatro Tortugas Ninja. Sus personalidades están perfectamente definidas; son independientes. Con carácter y elementos propios que caracterizan a cada una. Lo mismo puede decirse del villano Shredder, un antiguo ninja que se revelo contra su maestro y fue expulsado. Sus motivaciones son claras y su aspecto ciertamente terrorífico. Aunque visto con el paso de los años quede un tanto ridículo. Otros personajes como Casey Jones, interpretado con guasa por un joven Elias Koteas, saltan de las viñetas para ser utilizados como contrapunto cómico. Aunque finalmente Jones será la pareja de April sin perder su papel de aliado de las Tortugas en su lucha contra los hombres de Shredder; que en un giro sorprendente y acertado de guión, secuestran al maestro Splinter, una rata de casi dos metros vestida de forma andrajosa que ha enseñado a los quelonios protagonistas todo lo que saben. 



Otro aspecto destacado son los efectos de muñecos animatrónicos obra del genial Jim Henson, técnico de marionetas y creador de los personajes del programa infantil “Barrio Sésamo” en los años 70. Que había dirigido con anterioridad al que nos ocupa varios largometrajes con notables resultados. “Dentro del Laberinto” (Jim Henson, 1986) o “Cristal Oscuro” (Jim Henson, 1982) entre otros. No solo Henson sino la mayoría de colaboradores de sus anteriores realizaciones se unieron a esta nueva aventura. Lo que hizo que el nivel técnico de la producción aumentase notablemente. A pesar de contar con un presupuesto realmente bajo. El desarrollo está vertebrado alternando secuencias dramáticas o de desarrollo de personajes con otras de más acción, que a la vez sirven para mostrar otra faceta de los protagonistas. Particularmente las secuencias de lucha destacan por sus elaboradas coreografías y buena puesta en escena. Ángulos de cámara que recuerdan encuadres de comic. Montaje de acciones paralelas y ritmo musical. Con una agilidad e impacto sorprendentes.



El cambio de localizaciones y ambientes es una parte importante del relato. De las calles de la gran urbe pasamos a las largas, oscuras galerías de las alcantarillas. Tras una huida forzosa los protagonistas se instalaran en el bosque, donde se reencontraran con ellos mismos. Fortalecerán su cuerpo y espíritu para librar la batalla final en los tejados de Nueva York. El enfrentamiento final con Shredder demostrara a las Tortugas que aun no están tan preparadas como ellas creían. Solo luchando como una sola fuerza en la que cada uno aporta su parte podrán vencer cualquier obstáculo. Por eso aprender a convivir entre ellas y canalizar sus personalidades enfrentadas en una dirección positiva es tan importante. Un tema que tiene un reflejo claro en el mundo real.



El trabajo de Steve Barron detrás de las cámaras es más que solvente. Con una dirección de actores trabajada y especialmente difícil en este caso con algunos miembros clave del reparto disfrazados. Los gestos. Los movimientos. Todo está cuidado con especial atención. Barron saca partido a decorados pequeños o minimalistas. Consigue crear una atmósfera de decadencia y suciedad que ayuda a dar una personalidad propia al producto. Filmando decorados en sombras. Violencia áspera. Directa. Convirtiendo al mismo villano en una suerte de Hitler aleccionando a sus tropas; en este caso jóvenes delincuentes rechazados por la sociedad. Se trata de un director claramente infravalorado y poco conocido que a excepción de algún trabajo televisivo de importancia apenas ha realizado largometrajes cinematográficos. Algunos de los más conocidos son; la adaptación en imagen real que realizo sobre “Pinocho” (Steve Barron, 1996), “Los Caraconos” (Steve Barron, 1993) o la interesante y bizarra “Sueños Eléctricos” (Steve Barron, 1984). 



Sin duda es una propuesta difícil para cierto sector del público al tener unos personajes tan radicales. Tan diferentes a lo habitual. En un ejercicio similar al de la inferior “Howard” (Willard Huyck, 1986) o la lamentable saga de “Toxie” perpetrada por la Troma. Que había tenido una primera entrega más o menos tragable, “El vengador tóxico” (Samuel Weill y Michael Herz, 1985). Estas Tortugas Ninja equivocadamente promocionadas para el público infantil o juvenil hicieron poner el grito en el cielo a varias asociaciones de padres por su contenido poco adecuado, lo que propicio que las inevitables secuelas fueran cada vez más edulcoradas e infantiles. Lastima que no hubiesen seguido el camino oscuro e introspectivo de esta primera aventura que en cualquier caso dejaba el final abierto a una segunda parte.

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